VII DOMINGO DE PASCUA. ASCENSIÓN DEL SEÑOR

VI DOMINGO DE PASCUA

Hermanos y hermanas, en este VI Domingo de Pascua, somos llamados a reflexionar sobre el amor de Dios que nos ha sido revelado a través de su Hijo Jesucristo. En las lecturas de este domingo, escucharemos cómo el amor de Dios se manifiesta en la amistad con Jesús, en el mandamiento de amarnos los unos a los otros y en el hecho de que Dios es amor. Que estas lecturas nos ayuden a abrir nuestros corazones al amor de Dios y a vivir en comunión con nuestros hermanos, siguiendo el ejemplo de Jesús.

V DOMINGO DE PASCUA

IV Domingo de Pascua/ Domingo del Buen Pastor

III DOMINGO DE PASCUA

II DOMINGO DE PASCUA O DE LA DIVINA MISERICORDIA

Domingo de Ramos 

3º DOMINGO DE CUARESMA

En este domingo 3º de cuaresma recordamos el momento en que Jesús entró en el templo convertido en un mercado y todo enfadado gritó: “llevaos esto de aquí, no convirtáis no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre”. Que vengamos cada domingo al templo a encontrarnos con Dios, que aprendamos a respetar el templo y que vivamos las celebraciones con mucha fe.

3º DOMINGO DE ADVIENTO

En este tercer domingo de Adviento, somos invitados a llevar la buena noticia del Evangelio a los demás, regocijándonos siempre en el Señor y siendo testigos de su luz en el mundo. Que nuestra alegría sea contagiosa y nos impulse a compartir el amor y la esperanza de Cristo con todos los que encontramos. Que el Señor nos dé la fuerza y la gracia para hacerlo.

1º Domingo de Adviento

El Adviento comienza este domingo. En Isaías encontramos una gran súplica para que el Señor intervenga y traiga la salvación a un pueblo que vive en la angustia y en las tinieblas. En el Evangelio Jesús pide una actitud de vigilancia constante, pues él vendrá en la noche del mundo; y san Pablo nos recuerda que los cristianos esperamos la manifestación de Jesucristo. He aquí la gran palabra del adviento: «¡Velad!», la actitud que Jesús nos pide. Significa estar a la altura de lo que somos como hijos de Dios. Es tener los pies en la realidad, los sentidos despiertos para no caer en las idolatrías de este mundo. Significa ser conscientes de la presencia de Dios, poniendo nuestro corazón en los bienes del cielo.