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Este domingo, la Palabra de Dios nos invita a reflexionar sobre en quién ponemos nuestra confianza. El profeta Jeremías nos advierte que quien confía solo en la fuerza humana está destinado al fracaso, mientras que quien confía en Dios será como un árbol junto al agua, siempre fuerte y lleno de vida. El Salmo refuerza esta idea: dichoso el que pone su confianza en el Señor.
San Pablo, en su carta a los Corintios, nos recuerda que nuestra fe se sostiene en la resurrección de Cristo. Si Él no hubiera vencido la muerte, nuestra esperanza sería vana. Pero Cristo ha resucitado y con Él, nuestra vida cobra sentido.
En el Evangelio, Jesús nos presenta las Bienaventuranzas, mostrando que la verdadera felicidad no está en las riquezas ni en el poder, sino en vivir según Dios. Nos llama a confiar en Él y a buscar los valores del Reino, aunque el mundo nos ofrezca otros caminos.