2º Domingo de Adviento – Ciclo C

Este domingo celebramos la Inmaculada Concepción de María, un recordatorio de la pureza y el amor de Dios desde el principio de la historia de la salvación. En el libro del Génesis (3, 9-15. 20), escuchamos sobre el pecado original, pero también sobre la promesa de Dios de enviar a alguien que vencería al mal. En la carta a los Filipenses (1, 4-6. 8-11), San Pablo nos invita a vivir en santidad, confiando en que Dios completará la obra buena que ha comenzado en nosotros. Finalmente, el Evangelio de Lucas (1, 26-38) nos presenta la Anunciación, cuando el ángel Gabriel anuncia a María que será la madre del Salvador. Estas lecturas nos recuerdan que María, llena de gracia desde su concepción, es modelo de fe y obediencia. Al reflexionar en su sí, somos invitados a decirle sí a Dios en nuestras vidas.

1º Domingo de Adviento – Ciclo C

Hoy iniciamos el tiempo de Adviento, un periodo especial en el que nos preparamos para la venida de Jesús. Las lecturas de este domingo nos invitan a fortalecer nuestra esperanza y a mantenernos vigilantes.

La primera lectura, del profeta Jeremías, nos habla de la promesa de Dios de enviar un Salvador, alguien que traerá justicia y salvación a su pueblo. En la segunda lectura, san Pablo anima a los tesalonicenses a crecer en el amor y a vivir de manera que agraden a Dios mientras esperan la venida de Jesús. Finalmente, el Evangelio de san Lucas nos llama a estar atentos y preparados, no dejándonos distraer por las preocupaciones del mundo, sino confiando en que la redención está cerca.

Este Adviento, abramos el corazón para vivir con fe, amor y esperanza, dejando que la luz de Cristo ilumine nuestro camino. ¡Comencemos con alegría esta espera!

Jesucristo Rey del Universo – Ciclo B

Este domingo celebramos la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, una fiesta que nos recuerda que Jesús reina con justicia, amor y verdad. La profecía de Daniel (7, 13-14) nos presenta una visión de la gloria de Dios: el Hijo del Hombre recibe un reino eterno, que no será destruido. En el libro del Apocalipsis (1, 5-8), se nos revela a Jesús como el testigo fiel, el Rey que nos ama, nos libera del pecado y tiene poder sobre toda la creación. Finalmente, en el Evangelio de San Juan (18, 33b-37), Jesús declara ante Pilato que su reino no es de este mundo, sino que es un reino de verdad y vida.

Estas lecturas nos invitan a reconocer a Cristo como nuestro Rey, que no gobierna con poder terrenal, sino con el amor que transforma corazones y nos conduce a la eternidad.

33º Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B

Este domingo, las lecturas nos invitan a reflexionar sobre el plan de Dios para la salvación y su promesa de vida eterna. En el libro de Daniel (12, 1-3), se nos habla de un tiempo difícil, pero también de la esperanza para los que permanecen fieles: ellos brillarán como estrellas en el cielo. La carta a los Hebreos (10, 11-14. 18) nos recuerda el sacrificio único y perfecto de Cristo, que nos limpia de nuestros pecados y nos asegura el perdón definitivo. Finalmente, en el Evangelio de Marcos (13, 24-32), Jesús nos habla del fin de los tiempos y nos anima a estar vigilantes, confiando en que sus palabras nunca pasarán.

Estas lecturas nos invitan a vivir con esperanza y fe, conscientes de que, aunque enfrentemos dificultades, la victoria de Dios ya está asegurada para quienes confían en Él.

XXXII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Las lecturas de este domingo nos invitan a reflexionar sobre la generosidad y la entrega sincera a Dios. En el Primer Libro de los Reyes (1 Re 17, 10-16), vemos cómo una viuda pobre confía en la promesa de Dios y, a pesar de sus escasos recursos, comparte lo poco que tiene con el profeta Elías. Su fe y generosidad le son recompensadas con la provisión continua de alimento. En la carta a los Hebreos (Heb 9, 24-28), se nos recuerda que Jesús se ofreció por nosotros una vez y para siempre, entregándose en un acto supremo de amor y sacrificio. Finalmente, en el Evangelio de Marcos (Mc 12, 38-44), Jesús destaca la ofrenda de una viuda pobre que, aunque da muy poco en cantidad, ofrece todo lo que tiene. Estas lecturas nos invitan a dar desde el corazón, confiando en Dios y entregándonos con generosidad y humildad.

XXXI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Este domingo, las lecturas nos invitan a profundizar en el amor a Dios y al prójimo. En el libro del Deuteronomio (Dt 6, 2-6), escuchamos el llamado a amar a Dios con todo el corazón, alma y fuerzas, destacando la importancia de guardar sus mandamientos para vivir plenamente. En la carta a los Hebreos (Heb 7, 23-28), se nos recuerda que Jesús es nuestro Sumo Sacerdote eterno, siempre intercediendo por nosotros y ofreciéndose a sí mismo como sacrificio de amor y salvación. Finalmente, en el Evangelio de Marcos (Mc 12, 28b-34), Jesús nos enseña el mandamiento más importante: amar a Dios y al prójimo como a nosotros mismos. Estas lecturas nos motivan a poner el amor en el centro de nuestra vida cristiana, recordando que nuestro amor a Dios se refleja en cómo tratamos a los demás.

XXX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Las lecturas de este domingo, encontramos un mensaje de esperanza, compasión y fe. En la primera lectura, el profeta Jeremías (Jer 31, 7-9) nos muestra a Dios como un Padre misericordioso que promete reunir a su pueblo y cuidarlo, guiando especialmente a los más frágiles, como los ciegos y los cojos.

La carta a los Hebreos (Heb 5, 1-6) nos habla del rol del sacerdote, alguien elegido por Dios para servir como mediador entre Él y el pueblo. Jesucristo es el sumo sacerdote perfecto, pues es el Hijo de Dios y a la vez comparte plenamente nuestra humanidad.

Finalmente, el Evangelio de Marcos (Mc 10, 46-52) nos presenta la historia de Bartimeo, un ciego que, con fe y valentía, clama a Jesús para ser sanado. Su curación nos recuerda que la fe y la confianza en Dios pueden abrirnos nuevos caminos y sanarnos en cuerpo y alma. Estas lecturas nos invitan a confiar en el amor y en la cercanía de Dios.

XXIX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

El 29º Domingo del Tiempo Ordinario del ciclo B nos invita a reflexionar sobre el servicio y el sacrificio en la vida cristiana, siguiendo el ejemplo de Jesús, el Siervo sufriente que entrega su vida por la redención de muchos. Isaías profetiza sobre este Siervo cuya entrega trae salvación. El Salmo 32 expresa confianza en la misericordia de Dios. En Hebreos, Cristo es presentado como Sumo Sacerdote que comparte nuestras debilidades, alentándonos a acercarnos a Él con confianza. El Evangelio de Marcos enseña que la grandeza en el Reino de Dios se mide por el servicio y la entrega total.

XXVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

El 28º Domingo del Tiempo Ordinario del ciclo B nos invita a reflexionar sobre la sabiduría y el desapego de los bienes materiales. La primera lectura (Sab 7, 7-11) destaca la sabiduría como un don más valioso que la riqueza. El Salmo 89 nos recuerda la brevedad de la vida y nos pide adquirir un corazón sabio, confiando en Dios como refugio. La segunda lectura (Heb 4, 12-13) habla del poder de la Palabra de Dios para discernir las intenciones del corazón. El Evangelio (Mc 10, 17-30) narra el llamado de Jesús al desprendimiento y la confianza plena en Dios.

XI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

En este 11º domingo del Tiempo Ordinario, nos encontramos con tres textos que nos hablan sobre la fe y la relación entre Dios y el mundo. La lectura profética de Ezequiel nos muestra cómo Dios es el Dios de la naturaleza y del hombre, capaz de hacer crecer y florecer lo que es débil y frágil. El pasaje nos recuerda que Dios es el que da vida y fortaleza a los seres vivos.

En la Epístola a los Corintios, Pablo nos invita a reflexionar sobre la relación entre la vida cristiana y el mundo. Los cristianos somos los templos de Dios en el mundo (2 Corintios 5, 6-10), y como tales, debemos vivir como Cristo vivió. Nuestra fe debe ser un testimonio para los demás, un reflejo de la gloria de Dios en medio de una sociedad que a menudo no lo conoce o no lo comprende.

En el Evangelio de Marcos, Jesús nos enseña sobre la importancia de tener una fe que confía en Dios. La parábola del grano de mostaza (Marcos 4, 26-34) nos muestra cómo la fe puede crecer y multiplicarse, pero solo si se nos entrega a Dios y confiamos en su amor y sabiduría. La fe no es una acción humana, sino un don divino que nos permite conocer y amar a Dios.

En este día dominical, reflexionemos sobre nuestra fe y cómo podemos manifestarla en nuestras vidas. ¿Cómo podemos ser «templos de Dios» en el mundo? ¿Cómo podemos crecer en nuestra fe y ser testigos de Cristo en medio de una sociedad secularizada? ¿Cómo podemos confiar en Dios y dejar que él trabajé en nosotros para hacer fructificar su grano de mostaza en nuestros corazones?