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MISAS DE VERANO 2024
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En este 11º domingo del Tiempo Ordinario, nos encontramos con tres textos que nos hablan sobre la fe y la relación entre Dios y el mundo. La lectura profética de Ezequiel nos muestra cómo Dios es el Dios de la naturaleza y del hombre, capaz de hacer crecer y florecer lo que es débil y frágil. El pasaje nos recuerda que Dios es el que da vida y fortaleza a los seres vivos.
En la Epístola a los Corintios, Pablo nos invita a reflexionar sobre la relación entre la vida cristiana y el mundo. Los cristianos somos los templos de Dios en el mundo (2 Corintios 5, 6-10), y como tales, debemos vivir como Cristo vivió. Nuestra fe debe ser un testimonio para los demás, un reflejo de la gloria de Dios en medio de una sociedad que a menudo no lo conoce o no lo comprende.
En el Evangelio de Marcos, Jesús nos enseña sobre la importancia de tener una fe que confía en Dios. La parábola del grano de mostaza (Marcos 4, 26-34) nos muestra cómo la fe puede crecer y multiplicarse, pero solo si se nos entrega a Dios y confiamos en su amor y sabiduría. La fe no es una acción humana, sino un don divino que nos permite conocer y amar a Dios.
En este día dominical, reflexionemos sobre nuestra fe y cómo podemos manifestarla en nuestras vidas. ¿Cómo podemos ser «templos de Dios» en el mundo? ¿Cómo podemos crecer en nuestra fe y ser testigos de Cristo en medio de una sociedad secularizada? ¿Cómo podemos confiar en Dios y dejar que él trabajé en nosotros para hacer fructificar su grano de mostaza en nuestros corazones?
En la Epístola a los Corintios, Pablo nos recuerda que nuestra fe es un proceso de crecimiento y fortalecimiento. A pesar de las pruebas y dificultades, podemos confiar en Dios porque él es capaz de hacerlo todo en nosotros y por nosotros. Y en el Evangelio de Marcos, Jesús nos muestra cómo su fe en Dios le da la capacidad de curar y ayudar a otros.
En este domingo, reflexionemos sobre nuestra propia fe y cómo podemos crecer en ella. ¿En qué momentos de nuestras vidas hemos demostrado fe en Dios? ¿Cómo podemos seguir confiando en él a pesar de las dificultades?
En el Día de Corpus Christi, la Iglesia invita a reflexionar sobre la presencia real y vivificante de Cristo en la Eucaristía. La lectura del día se centra en la institución de la Eucaristía por Jesús y su importancia en la vida de la comunidad cristiana. Se recuerda que la Eucaristía es un sacramento que nos une con Dios y con los santos, y es un recordatorio constante de la obra redentora de Cristo. Se invita a reflexionar sobre la importancia de la Eucaristía en nuestra vida cristiana y a celebrarla con devoción y gratitud.
Nuestra semana esta llena de oportunidades para dar gracias al Corazón de María, por su intercesión y ayuda Maternal!!!!
La solemnidad de la Trinidad se celebra ya dentro del tiempo ordinario, que reiniciamos en la semana décima. Ha terminado el tiempo de Pascua y Pentecostés fue la última celebración de ese tiempo de gloria. La liturgia de hoy guarda una cierta relación con la festividad anterior, en la que honrábamos al Espíritu Santo. El misterio de la Trinidad es uno de los más hondos de nuestras creencias y una dimensión de Dios que Jesús de Nazaret nos enseñó. Para nosotros, aquí y ahora -y dicho con la mayor sencillez y humildad- el Dios trinitario no es Dios solitario y solo. Es un Dios con familia, surgida de un acto infinito de amor, porque Dios es amor.
En este gran día de Pentecostés, celebramos el comienzo y el significado de la Iglesia, celebramos el Aniversario del glorioso nacimiento de nuestra Iglesia. El mismo Cristo Resucitado sopla su Espíritu sobre nosotros, asiste, dirige, anima y conduce a su Iglesia. El es el que nos da vida y fuerza para continuar la misión de Cristo. Como miembros de la Iglesia, expresemos muestra de gozo en el Espíritu.
En este Domingo de Pascua, celebramos la ascensión del Señor Jesús a los cielos. Esta gran manifestación de Dios nos recuerda que Jesús es el Señor y Salvador del universo. Su ascensión nos da la certeza de que la salvación es real y que es posible.
Pero la ascensión de Jesús también es un mandato para nosotros. Como discípulos suyos, estamos llamados a seguir su ejemplo y a predicar el evangelio a todas las criaturas. Es nuestro deber evangelizar y compartir el amor y la misericordia de Dios con todos.